THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA

THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA
La magnificencia del paisaje en The Monument Valley, la belleza del entorno, las reminiscencias de un pasado de tantos y tantos viajeros que cruzaron el Far West, protagonizando aventuras míticas entre las tribus indias y buscando un futuro mejor...Y al igual que esa ruta invita a seguir hasta más allá del horizonte, hasta el infinito, el Monument Valley, suscitando mil experiencias viajeras y recuerdos, se convierte en el icono de este blog que pretende rememorar las emociones y experiencias del conocimiento de nuevas tierras, nuevas culturas y nuevas gentes. Sin descartar que invada la nostalgia evocando vivencias personales de épocas ya pasadas pero nunca olvidadas.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

PERIPLO POR EUROPA 2016.- IX (parte 2ª).- Mucho calor en Venecia, abrumados por la picaresca desvergonzada para con el turista

Como nos resistíamos a sentarnos en las mesas que había a la sombra en Piazza San Marco, nos acercamos hacia su frente en el Gran Canal, y hallamos una de las pérgolas situadas sobre el agua, que presentaba en su frente una especia de bancada de madera, en la que nos sentamos mientras bebíamos unas botellitas de agua fresca para mitigar la sed. Estuvimos un rato allí sentados, hasta que llegó un hombre mayor, con indumentaria y aspecto de gondolero, y nos dijo enfadado que aquello era privado, y que solamente si pagábamos podíamos estar allí. 
Osé preguntarle cuál era el precio por estar sentado y con mala cara respondió que solo pagando una hora de viaje en góndola podía facilitarnos el asiento. 
Al decirle que estabamos pensado si tomabamos la góndola, nos dijo como enfadado que nos fuéramos y volviéramos cuando lo hubiéramos decidido.Pura cortesía con el turista y posible cliente...
Y enfrente de nosotros, en la especie de escalones que servían de acceso a las arcadas de los edificios de pla plaza, había turistas, especialmente jóvenes, sentados mientras bebían algún refresco, y observamos que llegaban unas personas no uniformadas pero con unas camisolas de color naranja que lucían en su espalda la leyenda "PIAZZA SAN MARCO", y obligaban con energía a las gentes para que se levantaran. 
Les pregunté por qué no dejaban a los visitantes sentarse un poco y respondieron con malos modos: "Para eso están los bares de la plaza!". ¡Claro, a 16 euros la cerveza...!
Cuando nos reunimos con la parte joven de nuestro grupo, nos contaron lo caro que estaba todo, aunque ellos habían comido una buena pizza, a precio algo normal. ¡También les habían clavado con el llamado "coverto" (cubierto), que por lo visto se consideraba obligatorio. 
Pasamos por encima de lo que eran evidentes abusos, y con el vaporetto nos dirigimos a la isla de Murano, en la que, casi sin tiempo de abandonar el barco ya fuimos abordados y casi dirigidos cual ganado hacia una cercana factoría de vidrio soplado, en la que se nos hizo una demostración sobre su
elaboración, para después acosarnos los vendedores en la sala de exposiciones casi obligandonos a comprar, a precios que nos parecieron caros y excesivos, en comparación con los que artículos similares tienen en España.
Pese al calor fuimos caminando al rededor del canal de entrada y visitamos la iglesia del siglo IX, reformada en el XIII, dedicada a la virgen María y a San Donato, que ofrece unos antiguos y bellos mosaicos.
Seguimos paseando pese al agobio climático, hasta que decidimos regresar a plaza San Marco en un vaporetto que demoró una hora. 
Había caído la tarde y minorado algo el calor, pero nuestros pies ya estaban muy cansados, por lo que volvimos a separarnos para retornar cada pareja por su cuenta a casa. 
Y así, cuando llegamos mi esposa y yo mismo a la Piazza Roma, punto de partida de nuestro autobús, como era necesario tomar algo, nos sentamos en la terraza de una pizzería (la única) y pedimos una pizza "romana" y dos cervezas, previo indicar que se nos retirara de la mesa (porque no los queríamos) un manojo de "grissini" que estaban en el centro de la mesa. Así lo hizo un camarero cuando nos trajo la pizza solicitada. 
Pero cuando pedimos la cuenta, en esta aparecía como primera partida, "coverto" por 6 euros. Al decirle al encargado que ese concepto era incorrecto porque habíamos rehusado esos "grissini", nos dijo que no entendíamos nada, porque eso del "coverto" eran los impuestos, y que en Padova se cobraba un euro por turista, y en venecia los cobraban de esa manera. 
Al decirle que no aceptabamos la justificación, que era puro engaña, se negó a rectificar, por lo que hice simulacro de telefonear a la policía, momento en el que devolvió esos 6 euros, diciendo que todos los
turistas éramos unos "sinvergüenzas". 
Aún tuvo que oírse de mi boca la castiza expresión italiana de "¡mascalzone!", cuyo significado parece molesta bastante a quien se le llama así.
Volvimos a casa en al autobús, cansados e indignados de tanto abuso, y tomamos una ligera cena para irnos pronto a la cama.
El siguiente día avisamos para que vinieran a recogernos las llaves en nuestra salida, y acudió una atenta empleada de la agencia AirBnb, que rehusó revisar el estado de la casa (estaba todo en orden e impoluto) y salimos en dirección a Florencia. 
Habían pasado solamente dos horas cuando recibimos en el móvil un mensaje de la citada agencia diciéndonos que el propietario de la casa (desconocido e ignorado en su nombre) reclamaba 200 euros de indemnización porque la encimera presentaba --a su decir-- un rayado de un cuchillo. 
¡Si  ni siquiera la habíamos usado!. 
En vez de llamar lo que se merecía al autor del mensajito, al llegar a España ya formulamos la oportuna denuncia a la autoridad competente de turismo en Venecia. 
Comentandolo con un diplomático italiano de Madrid nos espetó: "!En Venecia ejerce y mucho, la Cosa Nostra". Vamos, lo que en nuestro país llamamos "facinerosos".
Quien tega oídos que oiga...como reza el refrán. 
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

PERIPLO POR EUROPA 2016.- IX (parte 1ª).- Mucho calor en Venecia, abrumados por la picaresca desvergonzada para con el turista

Después de haber descansado a satisfacción en la confortable casa de Mira, tomando un desayuno abundante que nos diera fuerzas y resistencia para la jornada que se avecinaba y presumíamos iba a ser pesada, nos llevamos la primera sorpresa desagradable de las que nos iban a llegar.
Se nos había anunciado que el autobús de la línea 53E tenía una parada enfrente de la casa, y que llevaba hasta la Piazza di Roma, en Venecia city, junto al Gran Canal.
Cierto que el autobús tenía una parada enfrente de la casa nuestra, PERO AL OTRO LADO DEL CANAL QUE HABÍA DELANTE, de manera que tuvimos que caminar más de un kilómetro y medio bordeando el canal, hasta encontrar un puente que nos
permitiera cruzarlo, y llegar a una parada de enfrente y en el otro margen. Por la mañana no hacía calor, por lo que no nos cansó el trayecto pero ya comenzamos a experimentar la doblez de la información.
El autobús circulaba con intervalos de unos veinte minutos, que es poco más o menos lo que hubimos de aguardar, y ya en él pasamos por Oriago, Mira y Malcontenta (aledaños de Venecia), y bordeando la zona de bases de cruceros, ya en medio de canales, llegamos a la Piazza di Roma, lugar de concentración de buses, desde la que un puente moderno, del inconfundible estilo Calatrava, permitía pasar a la otra orilla del Gran Canal..
Un atento policía municipal nos informó que aunque el puente era del arquitecto/ingeniero valenciano, se denominaba Ponte della Constituzione. 
No lo cruzamos, aunque de haberlo hecho
hubiéramos podido emprender la ruta a pie hasta la Piazza San Marco.
Optamos por dirigirnos a las cercanas taquillas de los vaporettos, y compramos unos tickets o billetes útiles por 24 horas, que nos podían permitir viajes sin fin y entrar a algunos palacios y museos.
Poco después llegó el barco de la línea 1, que navega --dícese que de forma más rápida que el de la línea 2-- por el Gran Canal hasta San Marco, y que iba atestado de viajeros, turistas de todas las nacionalidades, con el exotismo de los japoneses y negros americanos, incansables en sus filmaciones y fotografías.
El viaje en el vaporetto causó sorpresa y admiración a Pau, nuestro yerno, abrumado por la perspectiva de los palacios como arropando la magnífica vía acuática, de manera que se dedicó a hacer fotografías de todo, algo en lo que también incidimos sus acompañantes (pese a que ya conocíamos Venecia de anterior viaje), gozando a cada nueva vista y especialmente al pasar por debajo del puente Rialto y visionar las estaciones de góndolas y los canales pequeños que partían del grande, perpendiculares a los edificios, y se perdían hacia el
interior.
Al cabo de una media hora llegó el barco a uno de los múltiples embarcaderos de la Piazza San Marco, y allí al calor, que ya se incrementaba, se unió una turba de turistas, cual hormigas en procesión, que lo ocupaban todo, y especialmente la plaza, dando sensación de mayor agobio.
Decidimos que el sector joven de nuestro grupo se fuera por separado a descubrir Venecia, y mi esposa y yo quedamos para un recorrido más sosegado, que nos llevó por las callejas a muchos de lo pasos sobre canales y canalillos, en los que nos detuvimos muchas veces para comprobar la destreza con la que los gondoleros sortean las esquinas y guían sus embarcaciones valiéndose de un solo remo.
Como el calor aumentaba, y la humedad reinante lo hacía más molesto, pensamos en sentarnos de la terraza de alguna cafetería para beber algo fresco,
deteniéndonos finalmente en la plaza San Marco, aunque al comprobar los precios de una cerveza de barril si se tomaba en la mesa (16 Euros) buscamos un establecimiento más modesto y menos caro.
En la calle Larga S. Marco 654 hallamos una especie de tasquita llamada Caruti&Caruti, en la que aparecían en el expositor una especie de tapas.
Tomamos asiento en su interior y pedimos sendas cervezas al tiempo que una especie de albóndigas de bacalao y unas brochetas de surimi.
Tras consumir un café "piccolino", por lo exigüo,
pedimos la cuenta y en ésta tuvimos una nueva sorpresa sorpresa: Al importe de lo consumido (no barato) se adicionaba un concepto llamativo "servizio 12%". ¡Y se decía que el servicio estaba comprendido en los precios! Al preguntar, ni caso se nos hizo.
Sobre el tema de los recargos y cobros abusivos sin aviso íbamos a tener más sorpresas a lo largo del día, pero de ello comentaré en la siguiente parte de este capítulo. 
¡Y vaya calorazo que estábamos sufriendo!
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA